miércoles, 29 de junio de 2016

El primer paso está dado ¿y ahora qué hacemos?

El 21 de junio de 1996 la ciudadanía de Cutral Co y Plaza Huincul estaba en pie de guerra, aunque no sabía muy bien qué pasos seguir.
Foto Raul Garrido

Se hicieron asambleas en el piquete más importante, en la torre de ingreso a Plaza Huincul y solamente quedó claro que ningún dirigente iba a salir indemne de este reclamo. La confianza entre pueblo y representantes se había roto y tardaría años en recomponerse.

Sobre la ruta apareció Adolfo Grittini, que se suponía podía liderar la cruzada pero lo bajaron a puro insulto del carro que se usaba de tribuna. Los intendentes Daniel Martinasso y Alberto “Tucho” Pérez fueron rechazados como representantes e incluso vistos como enemigos porque habían ido a hablar con el gobernador Felipe Sapag cuando la protesta todavía no era fuerte.

Quedó claro que políticos no. Pero entonces… quién? Las horas del segundo día estuvieron llenas de incertidumbre. Entonces se comenzó a escuchar un clamor que nació de las entrañas mismas del hambre y el frio. “Queremos trabajo” y bajo esa consigna nació la segunda “Que venga el gobernador”.

Y todos estuvieron de acuerdo que esas dos peticiones eran inclaudicables. De a poco se comenzó a montar un sistema de abastecimiento de la protesta para sostener la terquedad de quedarse en la ruta.
En las comisiones vecinales, en las viviendas particulares, en los centros de jubilados se cocinaba para abastecer a los manifestantes. Grandes ollas llegaban hasta la ruta y de allí se repartían porciones en cantidades. Pero muchas otras eran unas tortas fritas cocinadas en casas de los vecinos que llegaron con un termo de té o mate cocido.

“Un día llegó un mameluco y me lo dieron, fue la gloria para mí”, contó Ernesto Jote Figueroa, porque “cuando salí para la ruta llevaba la ropa que tenía puesta, pero nada de abrigo, me puse el mameluco y volví a nacer”. Cada abrigo, cada manta ayudaba.

La organización social es un fenómeno complejo, pero igualmente espontáneo. Una cadena de voluntades que se une para formar una red que funciona de manera eficiente. Sin telefonía celular, con poca nafta para el traslado, con la radio  y la televisión como únicas aliadas, se montó un operativo eficiente. ¿Es posible la organización horizontal, sin que nadie gobierne sino que sean los propios ciudadanos los que tomen la iniciativa? Es posible, aunque la estructura de representación siempre prevalece porque cada corte mandaba un representante y ellos se reunían con los demás una vez al día para decidir los pasos a seguir.

El segundo día en la ruta fue muy atareado, de trabajo para cerrar los caminos, para distribuir comida, para establecer guardias, para repeler cualquier intento de utilización política de la protesta, un día para resistir hasta ver qué pasa.


Cecilia Soberon


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